Quién puede llegar a ser un líder
Ser líder es ser alguien que marca el camino, con una serie de cualidades inherentes o adquiridas: con su conocimiento, su forma de relacionarse con los demás, su capacidad para tomar decisiones, para gestionar crisis o para apoyar o comprender los miembros de un grupo.
Somos responsables de la forma en que ejercemos el liderazgo y la imagen que los miembros del equipo tienen de nosotros. Lo construimos en la vida cotidiana. Nuestros comportamientos se vuelven evidentes para quienes nos rodean y son ellos quienes los configuran como positivos o no. Pero los comportamientos “no ocurren en el vacío”, están respaldados por creencias. En este texto te invito a explorar algunas de tus propias creencias y otras que debes integrar si quieres consolidarte como un buen líder.
Las 13 características que desarrollan a un buen líder
Como decíamos antes, mucha gente entiende que un líder puede tener atributos muy diferentes. Mientras que algunos ven el poder dar órdenes como un buen rasgo, otros ven el ser carismático o comunicativo como un factor más determinante. Entonces, ¿cuáles son las verdaderas características de un líder? Una persona puede tener muchas cualidades, pero para convertirse en una referencia, debe tener una gran variedad de atributos. Concretamente, debe tener al menos estas 13 características:
- Autoconfianza: esto no implica falta de humildad. Pero si se presenta una situación de crisis, el líder debe tener suficiente confianza en sí mismo para poder tomar decisiones sin vacilaciones.
- Capacidad de decisión: indisolublemente ligada a la anterior. No es que solamente sea capaz de decidir, también debe tener criterio para hacerlo. Muchos jefes toman decisiones arbitrarias con las que el equipo no está de acuerdo ni respeta.
- Comunicativa: es imposible que haya un buen líder que no sea comunicativo. El líder necesita a su equipo, necesita comunicarse con ellos para saber todo lo que está pasando. También necesitas saber transmitir las motivaciones que tienes a la hora de tomar determinadas decisiones.
- Autocontrol emocional: Es una pena, pero muchas personas nunca llegarán a ser buenos líderes por este motivo. Un líder no puede perder el control ni perder el control de sí mismo. Sea cual sea la situación, debe ser capaz de actuar bajo presión.
- Trabaja más que los demás: este punto es curioso porque muchos ven al líder como una persona que trabaja poco mientras su equipo se derrumba. Esta realidad debe ser todo lo contrario; el líder siempre debe ser el que trabaja más duro y el que más ayuda a los demás cuando están abrumados.
- Planificación y organización: gestionar un equipo implica tener las habilidades necesarias para coordinar a las personas. Tienes que controlar todo el proceso en todo momento.
- Carismático: quizás la característica más conocida de un líder. Todos imaginamos al líder como una persona sonriente y persuasiva.
- Amable y educado: es la persona que representa al equipo y todo su trabajo, por lo que es importante que tenga carácter y se pueda identificar fácilmente.
- Empático: también imprescindible, sobre todo a la hora de entender a los miembros de tu equipo. Para sacar el máximo provecho del grupo, siempre debe conocer el estado de ánimo de cada miembro.
- Cooperativa: siempre debe estar ahí, dispuesta a echar una mano o dar una mano.
- Regular: Este punto está relacionado con lo comentado antes del criterio. Ante cualquier situación o problema, debe ser capaz de interpretar lo que está sucediendo y tomar la decisión más justa posible.
- Responsable: si una persona se convierte en líder es porque se ha ganado la confianza de los demás. Significa asumir la responsabilidad de sus decisiones y las acciones de su equipo.
- Optimista: Una de las responsabilidades del líder, aunque no exclusiva de él, es mantener alta la motivación del equipo. Para conseguirlo, sin duda, es fundamental que mantengas siempre una actitud positiva.
Proceso de desarrollo expansivo para líderes
El proceso de desarrollo expansivo desde dentro hacia fuera es el principal objetivo del cultivo del carácter. Los componentes del carácter, como las meta habilidades y las habilidades más específicas, deben desarrollarse para lograr este objetivo.
Primero, de lo personal a lo interpersonal. Es decir, desde la relación conmigo mismo, donde me doy cuenta de que la relación más importante que debo cultivar como líder es conmigo mismo, hasta las relaciones e interacciones con los demás, a través de la inspiración, la motivación, la tutoría y el coaching. Creo resonancia y ayudo a desarrollar el potencial de las personas con las que interactúo.
En segundo lugar, del aspecto interpersonal al aspecto organizativo, que tiene que ver con mi necesidad de organizar a las personas: agruparlas, formarlas, compensarlas, formar equipos, resolver problemas y producir una estructura. Una estrategia y un sistema que se adaptan.
El tercer punto, de la esfera organizativa a la social, es decir, el liderazgo en la sociedad en general. Originan tendencias, moldean la opinión pública e influyen en los valores de la sociedad. Para dar forma e inspirar una visión inclusiva y esperanzadora, e incluso para gobernar una nación.
Preguntas para reflexión:
¿Practicas el autogobierno y la autogestión?
¿Te sientes responsable y diriges tu propia vida?
¿Te tomas tiempo para reflexionar sobre tu actuación como líder?
Antes de ser líder: un examen de conciencia
Antes de dejarte llevar por la idea de convertirte en una persona influyente, debes detenerte y reflexionar sobre ti misma. Pretender ser un líder cuando te tiemblan las rodillas cada vez que hablas en público es una utopía. Es cierto que con paciencia y práctica es posible superar la timidez: tienes que ver si puedes hacerlo y si hay voluntad de autodisciplina.
Artículo Relacionado:Además, sin separarlas (ya que estas dos actividades no se dan en estado puro), tenemos que ver qué tipo de actividad nos atrae más: las que se centran en las cosas o en las personas. Dibujar, escribir, caminar y pensar son actividades más o menos solitarias que pertenecen al primer grupo. Hablar, salir con los amigos, ir a lugares concurridos, expresar la propia opinión y trabajar en las relaciones, en cambio, pertenecen al segundo grupo.
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